Quizás sea leer las noticias que cada día hacen que me replantee esta forma que tiene el mundo de funcionar, que veo la necesidad de hacer una reflexión sobre el cómo se ha llegado a permitir que los mercados de capitales marquen el ritmo de las economías.
Vamos a empezar despejando las dudas que podamos tener sobre el término “neoliberalismo”.
Básicamente es una ideología que defiende entre otras cosas la liberalización de la economía y el libre comercio. Brevemente y para hacernos una idea, la liberalización de la economía consiste en liberar de la influencia del Estado a las decisiones económicas que se llevan a cabo en un país. Esto se consiguió eliminando regulaciones estatales, privatizando empresas públicas y reduciendo el gasto público; por ejemplo eliminando gran parte de ayudas estatales como las subvenciones. En cuanto al libre comercio, se refiere a la eliminación de trabas a los agentes que quieran entrar en un mercado, libertad de precios, de horarios, de ventas en otros países. Seguro os suena esa libertad que tienen muchas empresas para afincarse en otros países subdesarrollados, donde llevan a cabo su producción a un bajo coste para luego venderla tres veces más cara en países desarrollados. Eso ha sido gracias al libre comercio, entre otras cosas.
Digamos que el neoliberalismo se traduce en una pérdida del poder que tenían los estados para hacer sus políticas a favor de un mayor poder del sector privado, es decir, que ahora son los agentes externos al Estado quienes ponen las reglas. La ideología neoliberal tomó forma primeramente en los gobiernos de Pinochet, Reagan y Thatcher.
La labor fundamental del sistema financiero es la de canalizar el dinero de los ahorradores hacia la inversión a través de préstamos. A finales de los 60, tras la crisis del fordismo y junto con la crisis del petróleo, hubo en las economías una pérdida de productividad* y eso derivó en una reducción de las tasas de ganancia y en un estancamiento de la economía por la escasez de demanda e inversión. Esta situación generó una crisis inflacionaria y el sistema financiero sufrió un golpe en sus márgenes comerciales, ya que como hemos visto en otro artículo anterior, la inflación produce una pérdida del poder adquisitivo del dinero, por lo que en términos reales, los prestamistas (bancos) veían disminuida su inversión.
La baja rentabilidad que daba la inversión en el sistema productivo llevó a que buscaran otras alternativas de inversión. Con ayuda de las políticas monetarias de los bancos centrales (gracias al asentamiento del neoliberalismo) que empezaron a subir los tipos de interés para recuperar las tasas de ganancias, además de fomentar también la inversión en productos financieros que no tenían nada que ver con las inversiones en economía real, provocó que el núcleo de las inversiones se desviaran a mercados de capitales en detrimento de los mercados reales, que son de los que se benefician las personas. En este contextoentendemos como el desempleo y la desigualdad toma mayor peso.
(Una inversión en economía real sería por ejemplo, financiar la construcción de unas viviendas, compra de materiales, créditos que dan liquidez para fomentar procesos de fabricación etc)
Los bancos ante esta situación en la que ven que empresas van a financiarse a los mercados emitiendo bonos y/o acciones en lugar de pedir préstamos, y que los pequeños ahorradores, ya no depositan su dinero en depósitos, sino que también se ven atraídos por invertir en el mercado de capitales, crean diferentes productos con los que conseguir canalizar el ahorro y revalorizarlos. Surgiendo así los fondos de pensiones, fondos de inversión, fondos soberanos, fondos de capital riesgo etc, que se convierten en inversores institucionales, ya que recogen fondos de miles de pequeñas inversiones para buscar valores en los que invertirlos y sacarles la máxima rentabilidad. Debemos entender con esto, que cuanto más volumen de dinero mueven, más poder en el mercado tienen y más fácil tienen la posibilidad de especular para optimizar beneficios.
Todo esto no solo afecta a la forma de comportarse de los bancos, también las empresas al estar parte de su capital depositado en bolsa, ya que las decisiones que toman en gran medida, van orientadas a obtener el máximo beneficio para sus inversores, implique eso lo que implique para el resto de la sociedad.
Cuando la financiación de un Estado (a través de emisión de deuda pública) depende de que los mercados vean conveniente o no comprar esa deuda, empieza a dejar de lado los valores éticos a favor de los bursátiles. Cuando el consumo de un país no se incrementa porque suban los salarios, sino porque las entidades financieras ofrecen créditos y hacen que una persona que gane 1.000€ se gaste 1.500€, entonces no hay un crecimiento real de la economía, ya que es un crecimiento causado por una inyección de crédito y cuando éste se recorte, habrá un retroceso económico. Cuando el sistema financiero ofrece rentabilidades más altas que el sistema productivo, la actividad económica estará dominada por la especulación y las crisis que ella conlleva.
A título de reflexión, por todos es sabido que nadie se enriquece si otro no pierde. Parece que este sistema no funciona, no funciona cuando favorece a unos pocos. Para los que estamos del lado cómodo, parece que no nos importa. Basta con viajar a otros países, con leer lo contrario a lo que sale en las noticias, para darse cuenta de que hemos creado un mundo donde la desigualdad es la base y donde los derechos humanos se van quedando por el camino. Quizás algún día, nos demos cuenta de que cambiando nuestra forma de consumir, de votar, de nuestras decisiones a la hora de vivir al fin y al cabo, se puede dejar un mundo con otros valores a los pequeños que vengan.
Me despido con una frase de Noam Chomsky,
“Si asumes que no hay esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto hacia la libertad, entonces aún hay posibilidades de cambiar las cosas”
*La productividad lo que refleja es la cantidad de bienes y servicios que obtiene una economía en relación con los recursos que se utilizan para obtenerlos. Está directamente relacionada con el crecimiento de una economía, depende por ejemplo de las inversiones que se hagan en bienes y servicios, en recursos humanos etc. Si disminuyen las inversiones, las empresas producen menos, necesitan contratar a menos personas y la población ve reducida su demanda antes un pérdida de ingresos.